1957. Meselson y Stahl diseñaron un experimento que permitió dilucidar cual de las hipótesis sobre la procedencia del nuevo ADN tras la duplicación celular era la correcta. En ese momento se barajaban tres hipótesis: la hipótesis conservativa suponía que de las dos células hijas una contenía la molécula original y la segunda contenia una copia idéntica; la hipótesis dispersiva suponía que el ADN se fragmentaba, repartiéndose entre las dos células hijas que después rellenaban los huecos con nuevos nucleótidos; la hipótesis semiconservativa suponía que la doble hélice de ADN se separaba en dos cadenas sencillas y, de algún modo, se hacía una copia de cada cadena de modo que las células hijas portaban una cadena original y una sintetizada de nuevo. A pesar de que la hipótesis semiconservativa era la menos aceptada, resultó finalmente la ganadora, tras el diseño de este curioso y sencillo experimento.
Tras hacer crecer colonias de E coli en un medio rico en N15 (nitrógeno pesado) éstas lo incorporan a sus nucleótidos, de modo que después de muchas generaciones se puede considerar que todo su ADN contiene dichos nucleótidos marcados. A continuación se las deja dividirse en un medio con N14 y se paraliza el proceso una vez que se ha completado una división mitótica. Se extrae el ADN de las células y se somete a ultracentrifugación observándose una sola banda en el tubo. Estos resultados descartan la hipótesis dispersiva. Si en lugar de una sola división se permiten dos divisiones, el resultado es de dos bandas, es decir, la mitad de las células poseen ADN sin N15 y la mitad con N15, lo cual descarta la teoría dispersiva.
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